Raquel Gutiérrez siembra La Laguna de gemas y piedras que fascinan

La convicción de que las gemas, piedras preciosas y cristales tienen efectos sanadores y protectores, y que además pueden ser un vehículo para experimentar experiencias trascendentales, es tan antigua como las primeras comunidades neolíticas. Sin embargo, es cierto que, en la actualidad, su extendido uso en el alivio de dolencias de todo tipo las sitúa en un escenario marginal para la ciencia, cuando no directamente en el centro de virulentos ataques.

Sobra decir, pero lo decimos para que nadie lo eche en falta, que, desde nuestro punto de vista, y salvo prescripción médica, ninguna terapia complementaria, por muy eficaz que haya demostrado ser, debe ser sustitutiva sin supervisión y aprobación médica, de los tratamientos convencionales. La medicina integrativa suele ser la clave, que lejos de excluir por sistema, busca conciliar lo que ha demostrado ser eficaz. Pero, como consejo general, a mayor gravedad, mayor prudencia, obviamente. Por extraño que pueda resultarle a más de un despistado, en lo expuesto coincide con nosotros Raquel Gutiérrez, una de las personas de Canarias que más conoce sobre este cautivador ámbito de las piedras.

Desde que dejó el mundo de la farmacia, hace más de treinta años, está moviéndose entre centenares de variedades de cristales naturales, de todas las formas y colores, y en estos días cumple veinte años aconsejando al público a través de Raquel Minerales, una tienda que para muchos es un templo de luz y color, una especie de geoda en el entramado lagunero. “No hay que obsesionarse ni esperar de una piedra que obre milagros. Es evidente que tener fe en sus efectos ayuda mucho, pero yo recomiendo simplemente probar y ver que sentimos, que nos ocurre”, puntualiza nuestra interlocutora junto a unas deslumbrantes drusas de amatista y cuarzo blanco.

El traslado de su tienda a una nueva ubicación nos brindó una fantástica ocasión para curiosear y chequear el nivel de interés que despiertan las gemas y piedras. “Por aquí viene gente convencida de las cualidades energéticas de ciertas piedras, pero muchas otras personas las buscan por su belleza, como joyas o con fines decorativos. También somos un referente para coleccionistas, y en los últimos años acuden profesores, estudiantes universitarios o colegios con fines educativos, para tomar contacto directo con algo que estudian en libros”, nos explica Raquel.

 

SAGRADAS Y MÁGICAS

La fascinación por las gemas y minerales no es algo nuevo. Algunas piedras fueron vistas como sagradas en el mundo chamánico, integrándolas en su ajuar de elementos mágicos con los que curar o viajar al mundo de los espíritus. En la Biblia encontramos al Sumo Sacerdote llevando un pectoral con doce piedras, cada una de ellas simbolizando a las tribus de Israel y fabricado -al igual que el Arca de la Alianza, con las instrucciones dadas por el mismísimo Yahvé. De acuerdo con el libro del Éxodo“ lo llenarás de pedrería en cuatro hileras de piedras; una hilera de una piedra sárdica, un topacio y un carbunclo; 18 la segunda hilera, una esmeralda, un zafiro y un diamante; 19 la tercera hilera, un jacinto, un ágata y una amatista; 20 la cuarta hilera, un berilo, un ónice y un jaspe. Todas estarán montadas en engastes de oro. 21 Y las piedras serán según los nombres de los hijos de Israel, doce según sus nombres; como grabaduras de sello cada una con su nombre, serán según las doce tribus”

En el Egipto faraónico era muy apreciado el cuarzo, la turquesa y el lapislázuli, así como la cornalina, el alabastro y la amatista. Se utilizaban con oro, plata o cobre, creando joyas que, al margen de su función decorativa, eran consideradas protectoras y portadoras de alegría. En Oriente se establece una conexión equilibradora con los centros energéticos o chackras, en base a los colores de las gemas usadas, materiales que a veces se utilizan también para la fabricación de cuencos, uniendo los efectos del sonido a los de naturaleza energética atribuidos a piedras como el cuarzo. De la antigua Grecia nos han llegado abundantes referencias sobre su uso medicinal y protector, civilización en la que se puede afirmar que se inicia el género literario de los lapidarios, que el nombre que reciben los tratados que describen las propiedades físicas, medicinales y mágicas de las piedras. Los romanos tomarían el relevo y en la Edad Media este tipo de textos alcanzarían una gran popularidad. El más antiguo conservado, del siglo IV a.C., es obra del filósofo Teofrasto, discípulo de Aristóteles, aunque Plinio citaría a una veintena de autores griegos como referencia de su propio y monumental abordaje de las piedras. Incluso al propio Aristóteles se le atribuye la autoría de un lapidario perdido. Ya en esos tiempos se creían que las piedras tenían sexo, que las había incluso “embarazadas”, de manera que contenían en su interior otras piedras, o que se podían usar para curar, algo que al parecer interesó al propio Galeno. A las piedras se les asigna ya en tiempos griegos la capacidad de cambiar su aspecto, color o brillo, en función de la persona que la porta, bien por sus virtudes, defectos o dolencias.

Todo este saber quedaría plasmado también en los lapidarios medievales, el más famoso de los cuales es el de Alfonso X el Sabio, donde la astrología y su conexión con ciertas piedras, cobra un protagonismo muy especial. De hecho, en este tipo de tratados confluyó en la Edad Media casi todo el saber esotérico, de manera que se describía el uso de una gema para elaborar un elixir curativo o bien un talismán protector, en conexión con los planetas, la numerología y hasta la alquimia.

Son otros tiempos, y Raquel Gutiérrez es conocedora de toda esta tradición, -no en vano ha viajado por todo el mundo para nutrir sus estanterías- siempre ha preferido apostar por la intuición como la mejor herramienta para elegir una gema. “Aquellas que te atraigan, con las que sientas un flechazo, son las que necesitas en ese momento, aunque tengas en mente otra o alguna persona te haya convencido de llevar alguna distinta”, explica. Para ella, todos los cuarzos -cristal, amatista, rosa…- son beneficiosos, aunque su preferida es la selenita, “la piedra de la Luna. Hay mucha gente que siente que le aporta claridad mental, y la tradición nos dice que es purificadora”.

Periódico DIARIO DE AVISOS
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